miércoles, 25 de febrero de 2009

DONDE NO LLEGA EL FRAGOR ELECTORAL

"Téñenme a cabeza tola, a ver si rematan dunha vez e nos deixan tranquilos", dice sobre la campaña electoral Elda San Miguel, de 65 años, una vecina de la aldea de Cabude, donde nace el río Cabe, en el ayuntamiento lucense de O Incio. En este pequeño y apartado núcleo rural, en el que tan solo viven cinco personas, al igual que a muchos otros de la geografía gallega, no llega el fragor del aparato electoral de las formaciones políticas. Aquí no hay mítines, no los visitan los coches con megafonía que lanzan su sonora propaganda, ni los candidatos en esos maratones urbanos del puerta a puerta, tan al uso. Por llegar, no llegan ni esos carteles que decoran las paredes y contenedores de basura de los más recónditos lugares de nuestra geografía. A esta tranquila aldea tan sólo llegan, por correo, las papeletas para votar que envían los partidos en sus buzoneos. Con todo, a estos núcleos rurales olvidados por la maquinaria de tierra de los partidos sí llega la señal de televisión. Es a través de la llamada caja tonta por donde les entra a estas pequeña aldeas el machacón mensaje electoral. Y a ese mensaje se refería Elda. "Aquí non ven ninguén, ni falta que fai, xa nos quentan ben a cabeza pola televisión", dice. Le pregunto si conoce a los candidatos a la Xunta y no duda al responder: "coñezo, ben os coñezo, sonlle todos iguais, prometen moito e cumplen pouco", asevera, con desencanto.
Abierta y sin complejos, Elda añade "¿quén paga todo eso das eleccións? a culpa témola nos por mantelos". Subraya, "tiñan que vir traballar o campo para saber o que é vivir da terra".
Su marido, José Díaz, de 76 años, más tranquilo, asegura también que conoce a los candidatos por la televisión y comparte las opiniones de su mujer. Les pregunto si votan y no vacilan en afirmar "sí, sempre votamos". A pocos kilómetros de Cabude, en el pueblo de Foilebar, también en el municipio de montaña de O Incio, una docena de casas se agrupan en torno a la carretera. Son las once de la mañana y parece un pueblo fantasma. Tan solo se ve a un albañil trabajando en una casa. Al poco llega la furgoneta del reparto de la panadería y, como por encanto, aparecen tres personas mayores que salen a recoger su suministro diario de pan.
Hablamos con José Rodríguez, de 72 años, un vecino del lugar. Asegura, al igual que sus paisanos de Cabude, que por la aldea no llega la campaña y que conoce a los candidatos por la tele. "A mín gustábame o Touriño, pero creo que comprou un coche e unhas sillas que costaron moitos cartos e eso pagámolo todos. Non está ben...", comenta.
Dice no entender mucho de política, pero asegura que vota en todas las citas electorales y le pide a los políticos "que sexan honrados e o fagan ben".
Su vecina, Esperanza Montero, de 81 años, que se niega tajantemente a que la fotagrafiemos, también dice conocer a los candidatos autonómicos por la televisión. "Ven sei que son os que van as eleccións da Xunta", asegura, con una sonrisa franca. Habladora y ágil, pese a la edad, no duda en comentar con retranca "eu teño que traballar con todos igual, gobernen uns ou outros, ningún me deu nada, nin mo darán". Dice "por aquí non aparece ningún dos que sale na televisión, solo nos chegan os votos que mandan por correo". Manuel Domínguez, de 72 años, rodeado de sus tres perros, algo taciturno y desconfiado, responde a nuestra pregunta, no de muy buena gana, afirmando que conoce a los candidatos a la Xunta por verlos en la televisión. Reconoce que a la aldea de Foilebar, de momento, no llegó nadie hablando de las elecciones, ni propaganda alguna. "Sólo mandan as papeletas por correo e as veces avisan si ven alguén a dar un mitin en Santa Cruz", coincide con sus convecinos. Considera que los políticos son todos iguales, "so fan que prometer cousas e logo non cumpren nada do que din".
Sin embargo, afirma estar contento con los servicios que hay en el pueblo "o alcalde púxonos de todo e non temos queixa", sentenció. Las pequeñas aldeas del interior gallego, que se están quedando sin gente, excluidas de esos planes de reequilibrio rural, como Cabude o Foilebar están olvidadas hasta en las rutas de los partidos políticos. No son rentables electoralmente.
ARTICULO PUBLICADO POLO CORREO GALLEGO

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